El 20 de febrero de 2013, las Naciones Unidas declararon el lanzamiento oficial del "Año Internacional de la Quinua". El presidente de Bolivia, Evo Morales, dijo en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, la quinua "es un regalo de la Madre Tierra", ahora convertido en una de las propuestas de los pueblos andinos frente a la crisis alimentaria.
La quinua es una planta herbácea, cultivada en el Altiplano Andino hace más de 7.000 años. Es resistente a las bajas temperaturas, el cambio climático, las epidemias y sequías, contiene minerales y la ingesta calórica es mayor que la de los huevos, la leche y de la carne. No tiene gluten y es la única planta de alimentos que tiene todos los aminoácidos esenciales en una dieta saludable. Estos valores nutricionales lo convierten en una “perla” alimenticia.
En 10 años, la producción anual de quinua en Bolivia se ha incrementado de 6.000 a 44.000 toneladas y actualmente genera más de 50 millones de dólares en exportaciones, convirtiendo a Bolivia en el primer exportador de quinua.
Aunque esta planta es originaria de la región andina, no solía ser consumida por los habitantes de las ciudades, ya que era considerada como el alimento de los campesinos. Actualmente, en Bolivia, la quinua se sirve sobre todo en los restaurantes turísticos y vegetarianos. Por lo tanto los principales consumidores son los países importadores, como Estados Unidos y los países europeos.
El grano de oro de los Andes pasó de ser un producto de autoconsumo a un producto de exportación, lo que ayudó a mejorar las condiciones de vida de los agricultores.
Sin embargo, esta bonanza económica también ha generado cierta controversia. En efecto, La moda alimentaria de la quinua en los países occidentales está siendo acusada de poner en peligro la soberanía alimentaria de los campesinos. Esto debido a que la tierra destinada a la agricultura diversificada para el consumo de alimentos y para el pastoreo de camélidos, es ahora utilizada para la siembra de quinua. Esto provoca una disminución en la fertilidad de la tierra y aumenta la vulnerabilidad a la erosión del suelo.
Además, las peleas entre agricultores por tierras de cultivo, provocan tensiones sociales en la región productora de quinua. Incluso fue necesario militarizar estas zonas para contener los conflictos.
Por último, el consumo de la quinua en Bolivia disminuyó en un 34% desde el incremento de los precios, que lo hacen inaccesible para las personas que tienen la necesidad de consumir este alimento nutritivo, que reemplaza el aporte de proteínas de alimentos caros (carne, huevo, leche). Además, existe una desnutrición crónica infantil en las áreas de agricultura de quinua, desde que esta se exporta.
Concluimos entonces que la exportación de quinua es una contribución esencial al desarrollo económico. Además, ayuda a luchar contra la migración de la población rural a las ciudades de Bolivia, Chile y Argentina. Pero, como cualquier agricultura intensiva, este fenómeno tiene también consecuencias negativas, como lo explicado anteriormente.
El desafío actual de Bolivia consiste en lograr el equilibrio entre los beneficios económicos de la exportación de quinua y la gestión de los problemas de alimentación de su propia población, para que la producción del “grano de oro” sea positiva para todos.